Una vez que la inspiración de El libro de URANTIA toca nuestras almas, la ambición de servicio es iluminado nuevamente. Vamos hacia proyectos importantes en la mejor forma que los comprendemos, deseando lograr un efecto, hacer la diferencia. Porquées que el conflicto, la infelicidad y la derrota resultan de tales esfuerzos ?
Primero, el impulso por servir con frecuencia se mezcla en forma más o menos inconsciente, con el impulso del ego por el poder.
Segundo, los proyectos particulares que escogemos pueden monopolizar nuestra ambición. Hemos olvidado el proyecto supremo, el objetivo de querer ser como Dios.
Tercero, no hemos aprendido las formas del trabajo en grupo, de trabajar en conjunto con otros que piensan y sienten en forma diferente y los principios de liderazgo.
Encuentro dos grandes lecciones sobre la ambición en El libro de URANTIA. La primera es esta: “ las criaturas que conocen a Dios, poseen una sola ambición suprema, un ardiente deseo y ese es el de llegar – como en sus esferas – a ser semejantes a como él es en su perfección paradisíaca de personalidad y en su esfera universal de supremacía recta”. (pp.21:3) Como estudiante de El libro de URANTIA, solamente esta ambición suprema la hace segura para nosotros y entretener las ambiciones respecto a proyectos “secundarios” en particular, –no importa qué tan importantes sean esos proyectos para el progreso del planeta.
La segunda gran lección sobre la ambición se encuentra entre las sabias palabras humanas asociadas con la lección de filosofía moroncial (mota moroncial, 17):”La ambición es peligrosa hasta no socializarla plenamente. No habréis adquirido en verdad alguna virtud hasta tanto vuestras acciones no os hagan merecedores de ella”. (pp.557:3)
El contexto sugiere que aun las ambiciones dirigidas a nobles propósitos sean incluidas, tal como la meta para adquirir alguna virtud superior.
Sin embargo, no estoy seguro de todas las implicaciones, yo creo que socializar una ambición significa ayudar a otros a lograr la misma meta y a darse cuenta de lo mucho que necesitamos a otros para obtener nuestras propias metas.
Una extensión de la misma lección – de que la ambición debe ser altruista -se expresa en la crítica de Jesús sobre el fracaso en el intento del ministerio de los apóstoles. “En lo que intentasteis, fracasasteis por completo, porque vuestro propósito no era puro. Vuestro motivo no era divino. Vuestro ideal no era espiritual.Vuestra ambición no era altruista. Vuestro procedimiento no estaba basado en el amor y vuestro objetivo no era el Padre en el cielo”. (pp.1758:4). Jesús no sugería el que nos comprometiéramos en un auto-examen antes de llevar a cabo cualquier proyecto ( pp.1583:1); basta con la oración. Pero el fracaso debe utilizarse para enseñarnos una lección. Todo acto de bondad “es eternamente poderoso en proporción con la divinidad de su motivación”. (pp.552:5)